El Cantar del Mio Cid es una de las obras clásicas de la literatura europea y el mayor de los cantares de gesta españoles de la Edad Media.
Compuesto a finales del siglo XII o comienzos del siglo XIII, fue copiado por Per Abbat o Pedro Abad en 1207 y del cual se hizo un manuscrito en el siglo XIV y que hoy se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, sin la primera página y otras dos interiores.
Así como no se conoce su autor, no se tiene certeza sobre su lugar de composición, la cual es ubicada para algunos en Burgos y Soria para otros, aunque la mayoría se inclina por la frontera entre Castilla y Alandalús, debido las costumbres y usanzas reflejadas en el texto.
El personaje central de la obra es Rodrigo Díaz de Vivar y, luego de nueve siglos de su muerte y ocho siglos de ser escrita, el Cid sigue siendo la figura del héroe y una referencia de paladín para los hispanohablantes.
El Cantar del Mio Cid relata el final de la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, desde su primer destierro en 1081 hasta su muerte en 1099.
Muchas de las hazañas que se le atribuyen al Cid en el texto jamás ocurrieron, pero sirvieron para alimentar el mito.
El Cid era un héroe que necesitaba la cristiandad hispana en la Edad Media para consolidarse en tiempo de las Cruzadas y la reconquista de gran parte de la península.
El relato se desarrolla tras la conquista de Valencia y refiere los infortunados matrimonios de las hijas del Cid con los infantes de Carrión.
El primer cantar narra las aventuras del Cid en el exilio, durante el cual obtiene botín y tributos por parte de los pobladores musulmanes.
En el segundo cantar se cuenta la conquista de Valencia y la reconciliación del Cid con el rey Alfonso, que se afianza con las bodas de sus hijas y dos nobles de la corte: los infantes de Carrión.
El tercero cantar relata la cobardía de los infantes y esposos de las hijas del Cid, quienes, luego de irse de Valencia con sus mujeres, las maltratan y abandonan en el robledo de Corpes. Por esta razón, el héroe se querella ante el rey Alfonso y, en unas cortes en Toledo, reta a los infantes. Tras un duelo en Carrión, los infantes y su hermano mayor terminan humillados por el Cid y los príncipes de Navarra y Aragón piden la mano y se casan con las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar.
Se presume que el Cantar del Mio Cid tuvo otros modelos literarios y poemas épicos para su composición, tanto castellanos como extranjeros, aunque no han llegado hasta nuestros días esos textos que pudieron servir como modelos.
Es posible que haya sido influenciado por el conocido Cantar de Roldán francés y por eso su forma es la típica de los cantares de gesta.
Es característico en el Cantar del Mio Cid el verso anisosilábico o de medida variable, dividido en dos hemistiquios, es decir entre cuatro y once sílabas.
Los versos de este cantar se presentan en varias series de rima asonante y con cierta unidad temática.
Estas series se agrupan en tres partes mayores, llamadas también «cantares», que comprenden los versos 1-1084, 1085-2277 y 2276-3730, respectivamente.
Esta característica se asocia a la difusión oral del cantar y a su presentación por parte de los juglares.
También es común en su cuerpo el empleo de frases ya hechas o conocidas para la descripción de batallas o describir personajes. Por eso el Cid es llamado con frecuencia como «el bueno de Vivar», «el que en buena hora nació» o «el de la luenga barba».
La historia de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, está cargada de aventuras dignas de un personaje de novela y de una riqueza tal que podía propiciar una gesta como la que ha llegado hasta nosotros, pero es además un personaje de una época en la cual los reinos de España trataban de ampliar sus fronteras y reconquistar territorios, por cuya razón también era una figura necesaria para aupar y justificar el espíritu belicoso y aventurero de los españoles de la Edad Media.
Comments are closed